Al
ejecutivo del banco de inversión Goldman Sachs y ex alto
funcionario del gobierno estadounidense le precede fama de republicano
fiel pero también de hombre pragmático, a diferencia
del actual presidente del Banco Mundial (BM), Paul Wolfowitz.
Esas
credenciales y su talante de internacionalista (conoce de cerca
desde Latinoamérica hasta China y Sudán) permitieron
que su nombramiento recibiera una cálida acogida, bien
distinta a la tormenta que desató el nombramiento en el
2005 de Wolfowitz, quien generó desconfianza con su perfil
de ideólogo y su protagonismo en el lanzamiento de la guerra
de Irak.
Curiosamente,
el nombre de Zoellick fue uno de los que se barajó para
la presidencia del BM en 2005, aunque fue Wolfowitz quien, para
disgusto de muchos, finalmente se llevó el gato al agua.
Nacido
en 1953 en Naperville (Illinois), Zoellick recibió una
elitista educación en las universidades de Swarthmore y
Harvard, donde se graduó "magna cum laude".
Desarrolló
desde joven su carrera en Washington, ciudad en la que trabajó
a partir de 1985 en el Departamento del Tesoro a las órdenes
de James Baker, quien se convirtió en uno de sus mentores.
El
propio Baker lo reclamó como asesor cuando se convirtió
en el secretario de Estado de George Bush padre.
Con
la tenacidad de un corredor de fondo escaló peldaños
en la Administración hasta convertirse en agosto de 1992
en el subjefe de Gabinete de Bush padre.
Tras
la victoria de Bill Clinton en las elecciones presidenciales de
1992 se retiró de la vida política para concentrarse
en el mundo empresarial, como vicepresidente ejecutivo de la firma
hipotecaria Fanny Mae, primero, y, después, como asesor
de Goldman Sachs.
Su
relación con los Bush quedó clara durante la campaña
presidencial de 2000, cuando asesoró al actual inquilino
de la Casa Blanca, George W. Bush, en temas comerciales y de política
exterior.
Zoellick
pasó también varias semanas en Tallahassee, Florida,
donde formó parte de un equipo encargado de asegurar que
Bush ganara las controvertidas elecciones presidenciales de ese
año.
Su
fidelidad lo recompensó y volvió a colocarlo en
las altas esferas políticas en 2001, cuando fue nombrado
secretario de Comercio, puesto desde el que contribuyó
al lanzamiento de la Ronda de Doha de negociaciones comerciales.
Desde
ese cargo trabajó también para la inclusión
de China en la Organización Mundial de Comercio (OMC) e
impulsó acuerdos bilaterales con Chile, Singapur, Australia,
Marruecos y los países de Centroamérica, aunque
no logró que concluyeran con éxito las negociaciones
para un área de libre comercio en las Américas.
A
principios de 2005 cambió las relaciones comerciales por
la diplomacia como "número dos" del Departamento
de Estado, donde se hizo cargo de las relaciones con China y del
manejo de la crisis en la región sudanesa de Darfur.
La
jefa de la diplomacia estadounidense, Condoleezza Rice, lo describió
en junio de 2006 (cuando Zoellick aceptó una oferta de
Goldman Sachs) como su "alter ego" y como un trabajador
"infatigable".
Sus
críticos dicen de que carece de encanto personal, que tiene
tendencia a las intrigas y que, aunque desde una posición
pragmática, ha dedicado su vida a defender la posición
hegemónica de Estados Unidos en el mundo.
Entusiasta
del libre comercio como pocos, sus declaraciones han delatado
en más de una ocasión una visión unilateral
del tema, como cuando en un discurso en el 2003 ante el Instituto
de Economía Internacional mantuvo que "negociar un
tratado de libre comercio con Estados Unidos no es algo a lo que
un país tenga derecho, es un privilegio". EFE