El
Gabinete multicolor de Bolivia, formado por intelectuales de izquierda,
mujeres, mineros, campesinos, sindicalistas e indígenas,
afronta grandes desafíos, como conseguir que el país
abandone el primer puesto en la lista de los más pobres de
Sudamérica.
La
solución a este problema pasa, según Morales, por
lo que llama la "refundación" del país -una
reforma en profundidad del Estado y la vida política con
la incorporación de los pobres y los indios al poder-, y
la nacionalización de los recursos naturales, principalmente
el gas.
La
agenda del nuevo ministro de Hidrocarburos, Andrés Soliz,
un periodista especializado en temas energéticos, será
una de las más repletas en los próximos días,
ya que tiene previsto negociar con las multinacionales afincadas
en Bolivia, "una a una", la firma de nuevos contratos.
Además,
propondrá ajustes a la Ley de Hidrocarburos aprobada en mayo
de 2005 y no reconocerá a la Cámara de Hidrocarburos,
la patronal del sector, como interlocutora en las negociaciones.
Este
anuncio, aunque esperado, no deja de crear inquietud entre los inversores,
pese a las advertencias de Morales de que no habrá expropiaciones
y sí beneficio para todos.
Este
y otros mensajes tranquilizadores de Morales fueron calificados
de "muy positivos" por el secretario de Estado español
de Asuntos Exteriores, Bernardino León, cuyo país
tiene importantes intereses en el sector energético boliviano
a través de la multinacional hispano-argentina Repsol-YPF.
León
manifestó el lunes en La Paz que Bolivia plantea "unas
relaciones internacionales muy abiertas y una voluntad de que la
acción de este Gobierno se apoye fuertemente en la comunidad
internacional y, desde luego, de forma muy especial en España".
España
prometió, a través del secretario de Estado, una mayor
presencia en la nación andina, al igual que los Gobiernos
de Japón y Francia, que se comprometieron a apoyar a la nueva
administración socialista en diversas áreas.
Japón
ofreció comprar azúcar de caña y quinua (cereal
andino) y Francia apoyo financiero para programas de cooperación
que antes deben definir las autoridades bolivianas.
Además
de recibir promesas, el Gobierno de La Paz materializó varios
convenios con Cuba en áreas de salud, deportes y educación.
Este
último caso implica un proyecto que culminaría con
la erradicación del analfabetismo en Bolivia.
Pero
el mayor acuerdo que cerró Morales el lunes fue con su socio
venezolano, el presidente Hugo Chávez, con quien puso en
marcha una alianza política y energética con la rúbrica
de ocho convenios.
De
todos ellos, el más importante es el energético, que
permitirá el envío a Bolivia cada mes de hasta 200.000
barriles de gasóleo, que anualmente alcanzará un costo
estimado entre 120 millones y 150 millones de dólares.
Adicionalmente,
Venezuela se comprometió a comprar otras 200.000 toneladas
de soja adicionales a la importaciones actuales y 20.000 toneladas
de carne de pollo.
El
Gobierno de Evo Morales también deberá poner en marcha
a partir de hoy los nuevos Ministerios del Agua, Justicia y Planificación
Económica.
Sus
tareas van dirigidas a hacer del agua un servicio público,
dotar de justicia verdadera al país y revertir la anacrónica
economía heredada de los gobiernos anteriores, así
como las desigualdades sociales.
Entre
las actividades del presidente Morales previstas para hoy está
tomar juramento a los integrantes de la nueva cúpula de las
Fuerzas Armadas.
Después,
participará en la tradicional festividad de la Alasita, en
la que cada año los bolivianos renuevan sus sueños
comprando bienes en miniatura. EFE
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