"Entre
150 y 200 personas han muerto", dijo a la televisión
local el comisario de la policía de Lagos, Emmanuel Adebayo.
Según
el jefe policial, la explosión se produjo esta mañana
en las cercanías del puerto de Atlas Cove, al sudoeste
de Lagos, donde están situadas muchas terminales de embarque
de crudo, cuando el grupo cargaba bidones con el combustible robado
en botes de madera, cuyos motores habían sido dejados en
marcha para facilitar la huida.
La
explosión de uno de los bidones, probablemente causada
por el calor de un motor, se extendió al oleoducto y de
éste a una localidad aledaña a la terminal portuaria,
donde familias enteras murieron de forma instantánea.
La
red de televisión privada Channels mostró los cadáveres
carbonizados de muchas de las víctimas, algunos de ellos
flotando en las aguas bajas de la playa Inagbe, y unos pocos huesos
y cráneos de color gris, de aquellos que murieron en el
centro de la explosión.
El
oleoducto, perteneciente a la estatal Corporación Nacional
Nigeriana de Petroleo (NNPC, en inglés), corre a menos
de un metro de profundidad por la playa Inagbe, en una de las
numerosas islas del estuario de Lagos.
La
NNPC administra cerca de 5.000 kilómetros de tuberías
por los que se desplazan el crudo y sus productos refinados hacia
las distintas regiones de Nigeria.
El
siniestro de hoy es sólo el último de una serie
de explosiones e incendios de oleoductos en los que han muerto
miles de personas.
Entre
los accidentes más graves destacan el del 19 de octubre
de 1998, cuando al menos 700 personas murieron al explotar un
oleoducto en la localidad de Jesse, estado de Delta del Níger,
en el sudeste de Nigeria.
El
10 de julio de 2000, la explosión de un oleoducto causó
la muerte de al menos 250 personas que estaban robando gasolina
en Adedje, también en el sur nigeriano, mientras que un
incidente similar unas 200 personas murieron el 17 de septiembre
de 2004 al incendiarse una tubería de crudo a las afueras
de Lagos.
Los
oleoductos nigerianos son frecuentemente perforados por delincuentes
que roban los combustibles y los venden en el mercado negro, aunque
también son saboteados por grupos tribales que mantienen
disputas con las multinacionales petroleras que operan en la región.
Nigeria
es miembro de la Organización de Países Exportadores
de Petróleo (OPEP), que le ha asignado una cuota de extracción
de 2,5 millones de barriles diarios, y ocupa el sexto lugar entre
los mayores productores del mundo.
La
riqueza petrolífera del país no beneficia, sin embargo,
a las poblaciones de las áreas productoras de crudo, que
viven en la pobreza y como único medio para sobrevivir
recurren al robo y venta ilegal de combustibles, a pesar de los
graves riesgos que conlleva perforar un oleoducto.
La
región sudoriental nigeriana es también el escenario
de constantes enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y
grupos étnicos que hacen campaña para obtener mayores
beneficios del Gobierno y las compañías petroleras
que operan en sus tierras ancestrales.
Las
tribus luchan asimismo entre si a causa del eventual reparto de
las indemnizaciones que las multinacionales tendrán que
pagar a las comunidades por los daños ecológicos
causados por sus operaciones de extracción de crudo, aunque
los montos aún continúan siendo negociados entre
el gobierno federal nigeriano y las empresas petrolíferas.
EFE