A
raíz de las presiones y amenazas recibidas y por temor
a represalias, Carvajal se vio obligado a marcharse provisionalmente
de Honduras el pasado 11 de mayo de 2006.
“Condenamos con firmeza la actitud de ciertos funcionarios
que abusan de su posición para intentar someter a la prensa,
o encuadrar la línea editorial de los medios de comunicación
demasiado curiosos. Hacemos un llamamiento a la justicia para
que reconsidere la denuncia presentada por Octavio Carvajal. Una
investigación sería podría servir de ejemplo
en el futuro”, ha declarado Reporteros sin Fronteras.
Según el Comité por la Libre Expresión (C-Libre),
Octavio Carvajal fue agredido físicamente el 8 de mayo
de 2006, cuando salía de su casa, por Marcelo Chimirri,
gerente adjunto de la empresa pública de telefonía
Hondutel que, acompañado por dos guardaespaldas, le esperaba
en las cercanías de su domicilio.
El funcionario cogió al periodista por el cuello y le amenazó.
Le pidió que se callara, y después que le dijera
que problema tenía con él. Añadió
: “No te estoy intimidándo porque no soy hombre de
amenazas, yo actúo y ejecuto. El Secretariado de la presidencia
está agobiado por todas las preguntas que planteas”.
También profirió injurias y amenazas contra la familia
del periodista.
Según Octavio Carvajal, la agresividad de Marcelo Chimirri
se explica por los comentarios críticos que hizo acerca
de él, en sus programas. Sin embargo, el periodista supone
que las amenazas del funcionario se hacen, ante todo, eco de las
embarazosas preguntas que hizo sobre las negociaciones relativas
a la construcción de la presa “El Tigre”, en
la frontera con El Salvador.
Resulta que la persona designada por el Estado hondureño
para llevar a cabo las negociaciones relativas al proyecto no
es otra que el actual gerente de Hondutel, Jacobo Regalado.
Esa presa hidroeléctrica, situada en el río Lempa,
frontera natural entre los dos países, permitiría
proporcionar a los salvadoreños el 70% de la energía
que necesitan.
En las dos últimas semanas, el periodista insistió
en que la información facilitada sobre el proyecto fuera
más transparente. Tras esas manifestaciones recibió
algunas llamadas de la Casa presidencial, en las que le aconsejaban
que rebajara el tono si quería conseguir un contrato publicitario
público.
Las amenazas no consiguieron el efecto deseado porque el periodista
asegura que no necesita anuncios oficiales para financiar sus
programas.
En sus programas, el periodista no se contentó con criticar
las modalidades de las negociaciones ; también subrayó
y cuestionó el papel de Jacobo Regalado y Marcelo Chimirri
en el asunto.