Por Alberto García Marrder
Especial para Proceso Digital, La Tribuna, El País y Contexto en Honduras
Cuando estuve en el inicio del Tapón del Darién, por el lado panameño en mis tiempos de periodista en ese país en los años setenta, era muy raro ver a un migrante o “turista” chino que se atreviera a cruzarlo.
Ahora, 50 años después, son miles de chinos los que intentan cruzar la selva más peligrosa de América Latina, está entre Colombia y Panamá, para llegar a EEUU, al igual que miles de venezolanos y haitianos.
Ese cruce es horrible y los que lo logran recomiendan no hacerlo. Aparte de los peligros de una selva peligrosa con animales salvajes que hay que recorrer a pie, están las fieras humanas: narcotráfico y mafias. No existe en esa zona el Estado, el que controla es el temible Cártel del Golfo.
Los chinos vienen con dólares y se les hace fácil el trayecto y los tratan como “VIP. Y los venezolanos y haitianos van “a lo pobre·” y lo pasan fatal.
“Los chinos se hospedan en hoteles costosos y pagan miles de dólares por avanzar el 80 % del Darién en lanchas”, escribe Duván Alfonso Alvares, en el diario “El Tiempo” de Bogotá.
Es fácil distinguir a los “turistas” chinos, siempre en grupos, con sus celulares “I-Phones”, utilizando el traductor mandarín-español para hacerse entender.
¿Por qué los chinos, tan distantes de su país? ¿Y los venezolanos tan cerca? Ambas nacionalidades huyen de las dictaduras en sus respectivos países, de penurias económicas y represión política. Buscan, en general, un “futuro mejor”.
Antes también había migrantes cubanos en el Darién, pero ahora no, al haber ya enlaces aéreos entre La Habana y Panamá- Managua. Aunque si hay caros.
Los chinos viajan primero a Ecuador, que no les pide visa de entrada, y luego viajan en buses a la frontera colombiana con el Darién, en Necoclí, donde se aprovisionan de comida y agua para el cruce a pie, salvo cuando usan lanchas.
Para ellos, los chinos, de tres a cuatro días. Para los venezolanos y haitianos, más de una semana, unos 8 a 12 días . Y ambos están sujetos a las mordidas (no solo de las venenosas culebras de la selva), y extorsiones de las bandas de coyotes del Cártel del Golfo.
Tanto el gobierno de Bogotá como el de Ciudad de Panamá, conocen de sobra las operaciones de chantaje de ese Cartel y se quedan callados. Prefieren no intervenir.
La novedad del Tapón del Darién, donde no cruza la Carretera Panamericana, es la construcción de un misterioso puente en Yaviza, sobre el río Chuconaco, que ayudaría a facilitar el difícil trayecto.
El diario londinense “Daily Mail”, que revela esa construcción de ese puente (haciendo eco de un informe de la “Christian Broadcasting Network (CBN), se pregunta si no es China quien lo está financiando y “por varias razones”.
El puente, además de facilitar el trayecto de migrantes chinos, reduciría el tiempo necesario para cruzar el Darién en general y sería el primer paso para empalmar con la Carretera Panamericana, por ahora estancada en esa zona. Pero si proyectado el cruce.
Organizaciones como Médicos Sin Fronteras se han quejado que el gobierno panameño no protege a los miles de indefensos migrantes que atraviesan cada año (520,000 en el 2023) el Tapón del Darién y están sujetos a abusos y extorsiones de los coyotes. Y las mujeres, a acosos sexuales y violaciones.
Las mujeres venezolanas, muchas con niños, que no pueden pagar “los impuestos”, del Cartel del Golfo, son obligadas a trabajar como criadas durante varias semanas hasta que logran ahorrar las cantidades.
Una vez logrado el difícil paso por el Tapón del Darién, a los migrantes les queda aún el largo trayecto por Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala y México. Donde también les pedirán “impuestos”.
Y si logran llegar a la frontera con Estados Unidos, el ansiado sueño, no tienen asegurado pisar suelo norteamericano. Sí podrán verlo desde lejos, desde el lado mexicano del fronterizo Río Bravo. Nada más.