Luzbéllica: el libro que Bukele nunca leerá

Tegucigalpa– – Hace algunos años, por asuntos de seguridad, es decir, de vida o muerte, Otoniel Guevara debía ocultar su rostro debajo de una pañoleta. Lo único que quedaba al descubierto era el brillo verde de sus ojos, el escritor salvadoreño presentará hoy su nueva obra.

En ese entonces (la década de los ochenta enterita y los inicios de los noventa), la vida no valía nada en El Salvador, en especial para aquellos que eran guerrilleros de Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).

…Como Otoniel Guevara.

Nayib Bukele tenía apenas once añitos cuando los bandos en el conflicto armado salvadoreño firmaron los Acuerdos de Paz que pusieron fin a la guerra civil que se extendió de 1979 a 1992 con un salgo de 75,000 muertos; quizás eso explica que no sepa muy bien qué fue lo que ocurrió en su propio país.

Para Bukele, los Acuerdos de Paz son como cuando dos hermanos ponen fin a un pleito jugando piedra, papel o tijera. Por eso, Luzbéllica es un libro que el presidente salvadoreño nunca leerá.

“Publicar Luzbéllica hoy, precisamente cuando desde las estructuras de poder se proclama que la ´guerra fue una farsa, negociación entre dos cúpulas´, es un acto valiente y contestatario”, dice Margarita Drago, prologuista del libro.

Valiente y contestario. También un pequeño —y sentido— homenaje a aquellos compañeros que murieron en combate o fueron secuestrados por los escuadrones de la muerte…

Arquímides Cruz, Amílcar Colocho, Lil Milagros Ramírez, Alfonso Hernández, Leyla Ramírez; Claudia Jovel, Ricardo Funes… Guerrilleros. Revolucionarios. Poetas. Recuerdos…

A pocas horas de la presentación de Luzbéllica  libro oloroso a pólvora, a amor, a impotencia —, Otoniel, durante la cena, relata historia tras historia. Las palabras salen de su boca a la velocidad de las balas que alguna vez disparó en ese intento loco, aunque a veces despiadado, por construir un país mejor.

Habla de Lil Milagros, capturada en 1976 y asesinada por sus verdugos en 1979. De Colocho, que no es apodo, sino apellido, su alero (en hondureño), su chero (en salvadoreño), acribillado a tiros en 1990.

Hojas Chismosas

No tengo necesidad de entrevistar al poeta. No tendría que realizar ningún esfuerzo para conseguirlo, pues lo tengo cerca, del otro lado de la mesa del comedor de mi casa. Pero esta vez dejaré que su libro me lo cuente todo, que suelte la lengua de papel.

Me cuenta, por ejemplo, en el poema “Lo que haré por hallarte”, de cuando las Fuerzas Armadas de la Resistencia Nacional (FARN), una de las cinco organizaciones que integraron el FMLN, quisieron expulsar a Otoniel Guevara, alias Ernesto.

Me han prohibido luchar/¿Cómo se les ocurre /que pueden impedir/la calidez del sol/el ímpetu del viento/el verde de las hojas/el brote de una lágrima?

O la confesión que hace en una parte de “Sigo siendo espartano de esta guerra”: Amor/a este pálido guerrero no lo dobló el combate/no ha sido la tormenta la que incendió su flor/La rabia está que arde/y yo con ella.

Y luego, estos versos de “Quisiera hablar en nombre de los poetas” que me sacuden el corazón: Luchamos por la paz. En nombre suyo/fundamos esta guerra. En su nombre/ondean nuestras manos como banderas/rotas. ¿Habrá un río donde los niños /no puedan ahogarse? ¿Habrá un altar/donde los mártires puedan oficiar la palabra?”.

El libro me saca la lengua en la página treinta y tres. La edad de Cristo. ¿Será una casualidad que sean versos dedicados a los traidores?

Cuando caigás al fondo del abismo/el viento te rescatará en su balsa celeste/jamás podrás morir/y tus huesos podridos no sentirán la lluvia.

Querida compa, dedicada a Lil Milagros, está escrito con humor:

Desde pequeña te enseñaron a cerrar bien las piernas/para que no se te viera el calzoncito/Aquí vas a aprender a abrirlas/para mantener el equilibrio/al disparar.

Retazos de historia, fantasmas que se niegan a caminar por las puertas que conducen al olvido, Luzbéllica. 

“De una guerra como la que libramos nadie sale vivo”, reflexiona Otoniel Guevara. Alias Oto. Alias Ernesto.

Agrego: nadie que lea Luzbéllica saldrá con el corazón intacto… IR