Madrid.– Nada le sale a Rafael Nadal como tenía previsto. Los anuncios de renuncia de un nuevo torneo, pocos días antes de su puesta en marcha son algo recurrente, aya habitual en el jugador balear que acaba de anunciar su ausencia del Masters 1000 de Montecarlo, un evento que ha conquistado once veces.
Figuraba dicho torneo como el punto de partida de la temporada de tierra a la que se aferraba Nadal, su esperanza y también la de todos los seguidores que se resisten a contemplar la paulatina y progresiva retirada a un lado del ganador de veintidós grandes.
Pero la baja en el evento del Principado de este 2024 empieza a recordar, lamentablemente, el desierto competitivo en el que se vio involucrado hace un año, cuando se lesionó en el Abierto de Australia del 2023, en el partido de segunda ronda ante el estadounidense Mackenzie McDonald y después, detectada una lesión en el psoas ilíaco de la pierna izquierda, empezó a tachar de su calendario, uno tras otro, torneos como el de Doha, Indian Wells, Barcelona y los Masters 1000 de Montecarlo, Madrid y Roma.
El balear, de 37 años, optó por asumir la realidad a la que le abocaba su cuerpo y en una multitudinaria rueda de prensa advirtió de que el final de su carrera estaba cerca. Fue en mayo pasado cuando indicó que el curso había terminado para él y que su intención era volver a estar sano. Mirar de un tirón hacia este 2024, al que consideró como el último como profesional, con Roland Garros y los Juegos Olímpicos de París 2024 como grandes retos, como escenarios aparentemente perfectos para un obligado colofón.
Pero nada le sale a Nadal como tenía previsto. Las imágenes y los videos de su preparación, de su retorno a las pistas, de su exigida puesta a punto son aire fresco para el seguidor que se aferra a su permanencia, que se niega a su adiós. El balear se ejercitaba con aparente normalidad en su academia. Sobre tierra. Pero la falta de información sobre un traslado a Montecarlo generaba dudas, levantaba sospechas.
«Están siendo tiempos difíciles para mí deportivamente hablando. Desgraciadamente os comunico que no voy a jugar en Montecarlo. Simplemente mi cuerpo no me deja», indicó sin rodeos Nadal del que se apuntaba, recientemente, una dolencia en la espalda que dejaba en el aire su puesta en escena en los primeros eventos de tierra.
«Sigo trabajando y esforzándome al máximo cada día con la ilusión de poder competir en torneos que han sido muy importantes para mí, la realidad es que a día de hoy no puedo. No me queda más que aceptar la situación e intentar mirar hacia el futuro inmediato manteniendo la ilusión y las ganas para darme la oportunidad de que las cosas mejoren», concluyó el ganador de veintidós Grand Slam que también figura inscrito en el torneo de Barcelona y en el Masters 1000 de Madrid. Más un trámite, un formalismo, que una señal.
Nadal echó a andar en enero de 2024, en el torneo de Brisbane. Rodeado de una gran expectación y acompañado de un esperanzador nivel de juego que mostró ante el austríaco Dominic Thiem y el local Jason Kubler. Perdió a la siguiente, en cuartos, contra el también australiano Jordan Thompson. Todo se precipitó. Se detectó una lesión en la cadera y tal y como sucedió en el 2023 rechazó saltar a la pista en Doha y en Indian Wells, como tenía previsto. Y ahora tampoco en Montecarlo.
Tres meses después de Brisbane, su único torneo, todo está en el aire en el balear. El tiempo pasa, Roland Garros y los Juegos Olímpicos se acercan. Las semanas avanzan, los torneos se completan y las oportunidades de acumular horas de pista se marchan.
La presencia en la exhibición de Las Vegas junto a Carlos Alcaraz el pasado 3 de marzo no fue más que una anécdota y un compromiso. La tierra era su objetivo. Pero no la pista en competición desde que logró su decimocuarta corona en el Grand Slam de París, en junio del 2022.
Carlos Alcaraz lo vio venir, preocupado. «No sé nada de su estado, de cómo está, pero como español seguidor del tenis me preocupa, obviamente, que no pueda aparecer en estos torneos, también sabiendo lo especial y lo importante que es para él», dijo el murciano, número tres del mundo tras recibir este jueves el Premio Rey Felipe como mejor deportista español del 2022.
«Le deseo que ojalá pueda volver pronto y que, si se pierde Montecarlo, por lo menos pueda estar en los de España (Barcelona y Madrid). Así también los españoles podemos disfrutar de su tenis», apuntó.
En todo caso, Alcaraz incidió en que sería «un sueño» formar pareja de dobles con Nadal en los Juegos Olímpicos de París.
«Como ya he dicho muchísimas veces, Rafa siempre ha sido mi ídolo. Jugar los Juegos Olímpicos para mí es también un sueño, es algo súper ilusionante, tengo muchísimas ganas de ello, y qué mejor manera de debutar en los Juegos que hacerlo en dobles con Rafa. Vamos a ver cómo llegamos tanto él como yo. Todavía quedan cuatro meses. Todo puede pasar, pero ojalá pueda suceder». Un sueño que apunta aún lejos. EFE/ir